Miguel Antonio Lupián Soto
Para Ana
i. Desnudo sobre una cama de agua pútrida.
ii. Heridas por cicatrizar; memoria perdida.
iii. Se incorpora lentamente aferrándose a las mohosas paredes del estrecho pasillo.
iv. Avanza sin mirar atrás sintiendo lo húmedo e infecto del suelo que pisa.
v. Luz ámbar mortecina ilumina brevemente su camino.
vi. Las paredes carcomidas muerden sus dedos; el techo angulado lo mira con desprecio.
vii. Sienten su presencia del otro lado; olfatean y raspan las paredes a su paso.
viii. Hojuelas carmesí flotan en el enrarecido ambiente.
ix. Un portal con mensajes indescifrables para los ojos legos; el final, el inicio.
x. Charcos burbujeantes que elevan su nivel; brisa ictérica violando todo a su alrededor.
xi. Despierta.
xii. Rojos tentáculos de vida independiente cuelgan de su pulposo rostro.
xiii. Alas membranosas se extienden lentamente recobrando su eónica movilidad.
xiv. -¡Oh Dios de Dioses, he atravesado el umbral del tiempo para decirte que te pertenezco!
xv. Mientras es acariciado por fálicos tentáculos y abrazado por rústicas alas, sonríe… al fin.
Para Ana
i. Desnudo sobre una cama de agua pútrida.
ii. Heridas por cicatrizar; memoria perdida.
iii. Se incorpora lentamente aferrándose a las mohosas paredes del estrecho pasillo.
iv. Avanza sin mirar atrás sintiendo lo húmedo e infecto del suelo que pisa.
v. Luz ámbar mortecina ilumina brevemente su camino.
vi. Las paredes carcomidas muerden sus dedos; el techo angulado lo mira con desprecio.
vii. Sienten su presencia del otro lado; olfatean y raspan las paredes a su paso.
viii. Hojuelas carmesí flotan en el enrarecido ambiente.
ix. Un portal con mensajes indescifrables para los ojos legos; el final, el inicio.
x. Charcos burbujeantes que elevan su nivel; brisa ictérica violando todo a su alrededor.
xi. Despierta.
xii. Rojos tentáculos de vida independiente cuelgan de su pulposo rostro.
xiii. Alas membranosas se extienden lentamente recobrando su eónica movilidad.
xiv. -¡Oh Dios de Dioses, he atravesado el umbral del tiempo para decirte que te pertenezco!
xv. Mientras es acariciado por fálicos tentáculos y abrazado por rústicas alas, sonríe… al fin.
Me gustó mucho la idea de separar los enunciados con números romanos, como en el Informe negro.
ResponderEliminarUff... sí que transmite esa sensación pútrida.