viernes, 9 de octubre de 2009

SUPERMERCADO

Ana Paula Rumualdo Flores

…que el tiempo es vendaval que arrastra todo.

La mujer esperaba, formada en la fila de la caja. De espaldas, el largo cabello negro, la espigada figura y la blusita ceñida anunciaban a una mujer de veintivarios. De perfil, su cara no mentía: treinta y muchos, sin duda. El sujeto que la acompañaba tenía evidente kilometraje de más: cincuentón mal cuidado.

Ninguno de los dos lucía sencillo; sin embargo, contrastaban. Ella, arreglada a pesar de la hora y el día; él, con ropa holgada y gastada.

El hombre la miraba sabiendo que esa misma noche se acostarían en la misma cama, costumbre que le resultaba desesperante.

Apenas y recordaba los años espléndidos en que se regocijaba con su cuerpo firme y juvenil. Le quedaba la cara: pedigree al límite. Los años parecían haber pasado en vano, seguía comportándose como una adolescente malcriada. Así la había comprado.

Cuando él estaba en sus frescos treintas, le complacía darle gusto en sus caprichos, formar parte de sus rabietas, de sus desplantes, le parecía entretenido estar junto a ella en esa explosión, en esa incongruencia. Por ello detestaba a las mujeres razonables, pensaba que no ofrecerían ni una noche de locura, que con ellas, sería como escribir toda la vida sobre un cuaderno rayado.

Perdió de vista los años que esa explosión duraría. Olvidó que no tendría siempre ánimo para soportar esa adolescencia sin fin. Pensó que sería suficiente con sus blusitas ajustadas y aquellos pantalones cortos, por más que su aparente permanencia no combinara con el irremediable paso de los años.

La miró con hartazgo, sabiendo que ya no tenía sentido quitársela de encima. La miró con la amarga certeza de que esos serían los días vividos hasta el fin.

3 comentarios:

  1. Me gustó.
    La intención de este blog es compartir textos; y éstos no necesariamente tienen que ser sobrenaturales.
    Además, esta historia es bastante terrorífica.
    Muy bien.

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  2. Ok, me gusto mucho eso de las mujeres, yo soy así, me gustan las mujeres alocadas, bueno casí todas son así.

    Gracias por el relato, hay que seguir compartiendo...

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  3. Gracias a ambos, trataré de seguir compartiendo terrores/angustias cotidianos.
    Salud!

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